martes, 13 de septiembre de 2016

Filatelia


     La palabra filatelia tiene un origen griego: philos, que significa amante, y atelia, derivado de ateles, que significa pagado previamente o pagado de antemano.

     Los envíos postales antiguamente no los pagaba el remitente, sino el destinatario al recibir la carta. Sin embargo, hubo un hecho que cambio para siempre la historia de los envíos postales, y que fue el origen de los sellos de correos.

     Según cuenta la leyenda, corría el año 1835, y el profesor inglés Rowland Hill, que   viajaba por Escocia se hospedó en una posada. Mientras se calentaba en la chimenea vio cómo el cartero de la zona entraba en la casa y entregaba una carta a la posadera.

 Ella tomó la carta en sus manos, la examinó atentamente y la devolvió al cartero diciendo: Como somos bastante pobres no podemos pagar el importe de la carta, por lo que le ruego que la devuelva al remitente.

Al oír aquello,  Hill pagó al cartero el importe de la carta, pues no quería que por falta de dinero se quedara la buena mujer sin saber las noticias que le pudieran llegar en dicha carta. El cartero cobró la media corona que costaba, y entregó la carta a la posadera, saliendo a continuación para seguir su recorrido.

La posadera recogió la carta y la dejó sobre una mesa sin preocuparse en absoluto de su contenido. Luego se volvió al generoso huésped y le dijo con amabilidad:

      Señor, le agradezco de veras el detalle que ha tenido de pagar el importe de la       carta. Soy pobre, pero no tanto como para no poder pagar el coste de la misma. Si no lo hice, fue porque dentro no hay nada escrito, sólo la dirección. Mi familia vive a mucha distancia y para saber que estamos bien nos escribimos cartas, pero teniendo cuidado de que cada línea de la dirección esté escrita por diferente mano. Si aparece la letra de todos, significa que todos están bien. Una vez examinada la dirección de la carta la devolvemos al cartero diciendo que no podemos pagarla y así tenemos noticias unos de otros sin que nos cueste un penique.





El primer sello del mundo: el famoso Penny Black de la Reina Victoria. Hill dibujó en él el perfil de la Reina Victoria, la palabra Postage en la parte superior y en la inferior One Penny (un penique). Omitió el nombre del país por entender que la efigie de la reina bastaba para identificarlo. El día 8 de mayo de 1840 se puso a la venta el dos peniques, en color azul.



La Unión Postal Universal establece que en los sellos que circulen internacionalmente debe aparecer el nombre del país emisor en alfabeto latino. De esta obligación está libre el Reino Unido por ser el primer país emisor de sellos.









España lo hizo el 1 de enero de 1850.
Los primeros sellos, que ya venían en pliegos, se cortaban con tijeras, por lo que tenían los bordes rectos. Más adelante se añadió una serie de líneas con perforaciones, que permitían separarlos limpiamente, sin herramientas auxiliares y apareció el dentado.





Nacionalidad: Todos los sellos llevan impresa la nacionalidad, excepto los de Gran Bretaña que en su lugar llevan impresa la imagen de la Reina Victoria en su primeras tiradas y posteriormente del monarca que gobierne el Reino Unido.
• Dentado: muy importante es que el sello sea perfecto con todos sus dientes.
• Márgenes y centrado: un sello debe tener la imagen bien centrada y equidistante de los bordes.
• Pie de imprenta: generalmente llevan el nombre del diseñador y el año de emisión.
• Dibujo: es el motivo del sello, el que lleva al aficionado a coleccionarlo.
• Valor facial: el valor del franqueo.
• Color, papel y filigrana: hay gran variedad de colores, papeles y filigranas que hacen que un sello que parece igual a otro sea diferente.
• Formato y dimensiones: los hay cuadrados, redondos, alargados, triangulares, etc.





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